Hace 4 años entré en El taller para tomarme un Ribera. Un tipo alto, delgado, de esos que sabe de lo que habla sin ser pretencioso, me ofreció algo totalmente distinto. Claro, acepté.
Nos fuimos de aquel sitio con una sonrisa y supe que debía volver. Claro que lo hice. Semanas más tarde repetimos. Me sugirió otro caldo y no dude un instante.
Una tercera vez me animé a cenar. Fue ahí cuando conocí al segundo de los socios. El responsable de cocina. Cómo puede ser tan humilde , si tiene una mano prodigiosa con la cocina. Una fusión peruana, vasca, francesa. ACOJONANTE.
Me di cuenta que si entras en El Taller, para gente neófita en la materia como yo, lo mejor es escuchar y dejarte aconsejar. Es para mí el mejor Restaurante de Madrid relación precio calidad. Y las catas que organizan cada dos jueves son un plan perfecto para pasar un buen rato con amigos o en pareja. He cenado decenas de veces. Voy, me siento, me callo, escucho, me dejo aconsejar, disfruto. Nunca defrauda.
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